jueves, 21 de abril de 2016

YOU DRIVE, I WRITE



He leído un artículo que dice que cuando dormimos en cama ajena nuestro cerebro (media mitad) hace guardia "por si acaso"; de ahí que durmamos fatal el primer día de vacaciones en la flamante cama de hotel, o cuando nos refocilamos con el amante de turno por primera vez en un lugar desconocido. Algo ancestral y primitivo nos hace estar alerta. No podemos volver al pasado, pero nuestro acervo genético nos persigue con la lentitud propia de la evolución. Dormimos con la esperanza de regenerar nuestra mente de todo lo acontecido en la vigilia. Ordenar, olvidar, asimilar, encauzar..., despertar con los deberes hechos y la vaga ilusión de que el día será perfecto y viviremos para siempre. Una agradable sensación que todos hemos disfrutado más de una vez al despertar en nuestra confiable cama de siempre. Quienes han dormido y duermen en lugares no habituales entienden lo que están leyendo. Por lo general el segundo día se duerme mejor, el tercero es casi como si no hubieras salido de casa, y a partir del cuarto el cerebro entero duerme dispuesto a despertarse en un perfect day. Te asomas a la ventana y ves el azul turquesa del mar, las palmeras ondulando al socaire de la brisa perfumada por el aroma de flores desconocidas y los sonidos que ya se han hecho habituales. Si, estás en el paraíso. No hay peligros a la vista, tal vez tragues un poco de agua tropical al darte el primer baño mañanero, pero ¿a quién le importa si has follado antes de salir de la cama y te sientes genial? Tienes a tu cerebro y tu mente satisfechos, felices. Se te nota en la mirada, te brillan los ojos, tus rasgos están suavizados y la piel iluminada. Cuando llegue la noche podrás cantar, como Gardel: silencio en la noche, ya todo está en calma, el músculo duerme, la ambición trabaja...
Cuando vuelves a tu habitación de siempre, a la cotidianidad de esas cuatro paredes, de tus cosas tan queridas o no; a esa cama que guarda todos tus secretos y que nunca hablará aunque la torturen hasta la muerte, recordarás todo y quizá, solo quizá, tengas una mala noche con medio cerebro alerta.

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