jueves, 3 de diciembre de 2015

UN HILO INVISIBLE



Estaba distraído, por un lado escuchando el saxo elegante y cadencioso de Paul Desmond , por otro, frotando con el pulgar unas manchas en la pantalla, al mismo tiempo que pensaba en las personas que conocía o conoció y se percató de que borrar es borrar... 
Así, en la divagación de su mente, creyó encontrar el hilo conductor de la narración.
Porque él no quería borrar nada, el pensamiento surgió así, y le pareció que redondeaba la frase. Aunque se borren -pensó- siempre queda una luz, y, si es lo suficientemente intensa, iluminará el recuerdo siempre, teniendo el adverbio una cara y clara limitación temporal, que deja el siempre en ese suspiro que es la vida de un ser humano comparado con la escala temporal del Universo que habitamos. En verdad somos insignificantes, y cuanta importancia nos damos...
No consigue recuperar el tono y parece atascado en un bucle.
Y para terminar -dijo para si-, esa costumbre que tiene la vida de cruzarnos, en el camino, con otras personas que irremediablemente formarán parte de la nuestra. Unas pocas de ellas se encuentran engarzadas en lo más profundo del ser a través de un hilo invisible que le da sentido a los recuerdos, y a la vida... 
Demasiada poesía
Para resarcirnos de nuestra sensación de pequeñez -solo cuando se piensa en ello-, hemos creado todo un mundo de entretenimiento y diversión, de la guerra al fútbol, del ajedrez a el juego de la oca, y a pesar de éso, no podemos resistirnos a una buena historia, y sobre todo no podemos resistirnos cuando uno es el protagonista. Porque las buenas historias deben emocionarnos hasta el grado de que no nos importe sabernos solos y únicos. Ésas son las que están engarzadas en el hilo invisible, igual que una red neuronal. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario