sábado, 7 de marzo de 2015

EL GUSTO POR LAS COSAS VIVAS Y MUERTAS

Tumbas excavadas en la roca

Cigüeña a punto de posarse


La originalidad se paga cara cuánto más original es. A los amantes de la música tal vez les guste tener el primer disco de The Beatles o de María Callas, Miles Davis...; a los que aman los libros una primera edición de cada ejemplar. Los coleccionistas de arte son los peores, siempre buscan la máxima originalidad: lo único de cualquier artista a su alcance económico. Por todo lo anterior y algunas cosas más buscamos en nuestro derredor lo que consideramos de nuestro agrado y que pensamos que es único, que solo nosotros somos capaces de ver y apreciar, llegando a concederle un valor inmaterial basado en las emociones y sentimientos que, cuánto más hondos sean hacia la cosa, mayor será el valor que le concedamos. En cosa, entramos también las personas, al fin y al cabo somos polvo de estrellas y nuestro organismo se compone de los materiales de los que esta hecho el Universo, incluyendo la materia y la energía oscura. En la especie humana hay tanta diversidad entre culturas e individuos que no hay posibilidad de encontrar a dos personas exactamente iguales. Es verdad lo que se dice de que en la variedad está el gusto, porque es en la multitud de oportunidades que se ofrecen ante nuestros ojos donde reside su educación. Ahí nace y se enriquece la codicia por las cosas que nos gustan, las cosas que formaran parte de nuestra vida para siempre, bien como objetos o recuerdos; pero solo unas pocas sobrevivirán nuestra existencia, y todas morirán con nosotros. 



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